Nieve de agosto

Es la luz de la mañana que veo sentando en la mesa del château la que me hace desear de nuevo, al verla caer sobre las migas de pan, las copas con pozo de vino y el queso mordisqueado por roedores, los cuerpos de esas dos mujeres como si fueran uno solo. Sophie y Rachel. Las imagino frente a mí, desnudas y formadas una después de la otra a la luz de agosto, a gusto en el calor suave de la tarde sin apenas percatarse de que las moscas revolotean a su alrededor y se detienen en sus hombros viscosos, en sus labios rojos y entreabiertos, en sus pechos, cada uno tan distinto. Continue reading “Nieve de agosto”

Octavio

—¿Qué haces con Octavio si te sale la beca?

—Tú le gustas —dijo buscando la correa debajo de la cama.

Lo vi ponerse la sudadera a la luz de la mesa de noche cuando sonó el teléfono. Camilo habló en monosílabos y yo no dejé de mirar a la puerta. Del otro lado, el perro no paraba de ladrar y aruñar.

—¿Cuándo? —preguntó con los labios secos.

Me hundí en las cobijas con el afán de que Camilo hiciera lo mismo y me abrazara, pero en cambio colgó, abrió la puerta y dejó entrar a Octavio.

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Hacer el amor

Jean-Philippe Toussant. Faire l’amour. Minuit. 2002/2009.

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Era tarde, puede que más de las tres de la mañana, y hacíamos el amor, hacíamos el amor lentamente en la oscuridad de la habitación atravesada por largos destellos rojos y sombras negras que dejaban en los muros los trazos efímeros de su paso. El rostro de Marie, inclinado en la penumbra con los cabellos entre las sábanas deshechas, su albornoz y su ropa al rededor nuestro, huía de la cópula en la esquina de la almohada, los labios cerrados y fijos en esa terrible expresión de angustia grave y muda que ya conocía. Continue reading “Hacer el amor”

Cosas, las nuestras

Este cuento fue publicado en la revista Matera número 16.

El control está en la mesa de noche junto a un iPad, la revista Ámbito Jurídico y un vaso de agua con submarinos de ponqué Gala. Antes de la puerta ventana del balcón hay un sillón forrado en cuero sintético y sobre el asiento mullido un gajo de hojas impresas con anotaciones al margen. “Sobre la sentencia T-967/14 de la Corte Constitucional”, firma Silvia Sánchez. Arriba una serie de repisas penden con libros, la mayoría sobre política internacional, sin abrir, y un par de volúmenes sobre la sexualidad y paternidad con las primeras páginas subrayadas en resaltador amarillo.

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Al sol del medio día (Black and Yellow)

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El sol casi ha bajado por completo y ahora se impone una oscuridad azul manchada por los focos amarillos de los carros. ¿Dónde se encienden las luces? Tantea el tablero, pero sólo consigue activar el limpiabrisas que raya el panorámico con el polvo acumulado en la tarde. Un camión la cega y deja de distinguir cuál es el límite entre la carretera y el abismo. En vez de frenar, aumenta la velocidad girando unos centímetros a la derecha. Siente que pasa sobre un bulto o un hueco y acelera un poco más. Cuando el camión está detrás suyo, respira aliviada dudando si llevarse el gato a casa de G. Teme, como le han dicho, que no se adapte al nuevo hogar, huya y lo atropellen en la avenida.

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Alteridad 6

alteridad-1Salí de Nueva York el 4 de mayo. Después de pasar por Charlote y Nueva Orleans, ahora dejo Eagle Lake por la estatal 90. Pedaleo en tandas de cuatro horas y descanso en estaciones de gasolina o en pueblos abandonados y regados aún con carteles de la última elección presidencial. Antes de que anochezca levanto la carpa a unos metros de la carretera y preparo una comida a base de enlatados. Temo que de madrugada un camión me arrolle, así que dejo encendida una barra de luz fluorescente y me despierto cada dos horas a orinar. El cielo está siempre abierto y los mosquitos llegan en bandada y merodean por mis piernas y brazos desnudos y yo les apunto y disparo en círculos  con el chorro de orina caliente. Todos los tópicos del gran espacio norteamericano son ciertos y en el insomnio escribo largas parrafadas que después me daré cuenta son un plagio inconsciente de Kerouac y Navokov.

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Bechamel

 

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—Los vi en esa película —dijo Juana mientras su hermano colgaba la chaqueta en el perchero—. ¿Camila sigue así de delgada?

Se dejó llevar hasta la cocina y saludó a su amiga que estaba con media cabeza dentro del horno y acomodaba unas hileras de masa blanca sobre una bandeja de metal. Sí que seguía flaca, ya casi sin culo, pero se veía increíblemente regia.

Se dieron un beso en la mejilla. Camila no paraba de sonreír mientras hablaba de lo complicado que era hacer pan casero.

—Tengo que darte la receta —dijo poniéndole una mano en el hombro como hacía antes cuando eran compañeras de universidad y ella le explicaba las declinaciones de griego clásico.

Sergio dejó en el mesón los baguetes que Juana había traído y evitó la mirada de su esposa.

—Desde que no vivas con la cabeza dentro de horno… —intentó bromear con su amiga.

Hubiera comprado flores o chocolates. Un vino hubiera sido una elección más apropiada y lamentó saber tan poco de cata.

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Arrepentimiento

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A propósito de los dos primeros volúmenes de la serie Dos Amigas de Elenea Ferrante.

Todos fuimos primerizos y nos reconocemos fácilmente en quienes lo son. Envidiamos, ya malogrados, la juventud de quien la posee sin saber cuán afortunado es. Míralo allí, susurramos, jugando con su cuerpo entero y lleno de energía como un pequeño diablo de cola ágil. Ya quisiera ser yo así, decimos ciegos por las cicatrices que el tiempo ha dejado en el iris de nuestros ojos. Intentamos determinar ese punto en que todo cambió y tomamos las decisiones equivocadas. Yo que hubiera podido ser un gran futbolista, que hubiera podido ir a la universidad, que hubiera podido ser un artista de renombre o haberme casado y tener hijos o no haberlo hecho y haber recorrido el mundo entero.

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Porno para escritores

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A diferencia de otros oficios donde los logros son visibles y progresivos, en la escritura los éstos escasean. No hay ascensos, no hay aumentos salariales y el reconocimiento llega lento y por el camino más difícil. ¿Cómo sortearlo?

Escribes solo, casi avergonzado, en tu cuarto adolescente hasta que logras publicar en una revista o en un blog gratuito. Te contratan para que escribas un par de artículos mal pagos. Investigas, juegas a ser Jack Nicholson en El reportero y te excita ver por primera vez tu nombre impreso en papel cuché. Pero eso no es lo que quieres porque, a pensar de lo que dice el establishment cultural, ser periodista no vale, no está a la altura de Homero y Cervantes, de Shakespeare y Flaubert, altura en la que crees pertenecer por derecho propio.

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Diez por ciento

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—Me llamo Miguel —dijo tendiéndonos una tarjeta con su nombre y cargo—, vine a hacer una inspección.

Apenas le puse cuidado, la firma del contrato no podía pasar de esa noche.

—¿Dónde puedo encontrar al dueño? —continuó después de que yo le diera la espalda y bebiera un trago de mi cerveza.

—¿De la editorial o del bar? —dije un poco molesto—. ¿Viene de la Cámara del libro?

—Mire, es que pensaba instalarme acá mientras comienza el juicio.

—Instalarse… ¿Qué juicio? —pregunté suspicaz.

—El gran juicio —dijo Miguel ajustándose las solapas de la chaqueta.

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Hotel Bogotá

Hotel Bogotá

Supe del Hotel Bogotá dos meses después de haber estado en Berlín. Lo conocí por una serie de fotografías de Karen Stuke, quien también había representado la novela Austerlitz de Sebald por medio de imágenes y a quién llegué por esa obra. El proyecto del Hotel Bogotá surgió al anunciarse su cierre definitivo en 2013. Stuke tomó fotos de los últimos huéspedes usando altos tiempos de exposición y registrando cuerpos móviles en camas de tendidos desechos.

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Cemento

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El cemento es piedra caliza, carbonato de calcio, horneado y mezclado con otros minerales para regular su resistencia. El proceso de fabricación es sencillo: se extrae la piedra, se la tritura y se la lleva a hornos de entre 800 y 1.500 grados centígrados. Una vez producido, se lo mezcla con yeso, agua y arena (en diferentes proporciones y combinaciones) para crear un mortero que fragua en concreto.

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